28.7.11

Biografía de John Charles Ryle


En el año 1956 James Clarke & Co, Ltd. de Inglaterra publicaron de nuevo en inglés el libro por John Charles Ryle que lleva el título Holiness (Santidad) y el Dr. Martyn Lloyd-Jones escribió un breve prefacio. Dijo en ese prefacio que en su día J. C. Ryle era famoso, sobresaliente y amado como un campeón y exponente de la fe evangélica y reformada.
Esa observación concuerda con cosas que he leído. Ryle escribió más de 200 folletos y tratados, y se vendieron millones de copias de ellos y muchos de sus escritos fueron traducidos a varios idiomas. En México tuvieron una fuerte influencia en el establecimiento de iglesias reformadas. Lloyd-Jones continuó, Sin embargo, por alguna razón u otra su nombre y sus obras no son conocidos entre evangélicos modernos. Creo que todos sus libros están agotados en este país y son difíciles de obtener usados. Acuérdense, que hace como 50 años que Lloyd-Jones dijo eso. Lloyd-Jones vio el interés renovado y creciente en los escritos de Ryle como una señal de bien que le daba ánimo y esperanza. Así recomendó esa nueva edición de Holiness. Desde aquel entonces, el mundo de habla inglés ya tiene acceso a muchos de los escritos y tratados de Ryle, y hay lugares en el Internet que son dedicados a Ryle (véase abajo) en los cuales una persona puede leer en inglés casi todo lo que escribió.
Ahora bien, cuando Banner of Truth Trust (Estandarte de la Verdad) publicó un libro titulado Perlas Cristianas, escritos selectos por J. C. Ryle en el año 1963 (¿traducido por David Estrada?), esa publicación y algunos otros libros por Pink y otros autores, fueron los primeros pasos de fe y esperanza que el Señor despertara de nuevo en el mundo de habla hispana la fe reformada y un nuevo interés en Ryle y en otros autores que expusieron la fe reformada y evangélica antigua, como estaba sucediendo en el mundo de habla inglés.
En 1963 parece que no había ningún escrito de Ryle disponible excepto algunos bien viejos y usados. Banner of Truth dijo, “El libro que bajo el título de “PERLAS CRISTIANAS” presentamos al lector evangélico, viene a ser la colección más completa y escogida que hasta la fecha ha sido vertida al castellano. Confiamos que con esta publicación hayamos contribuido en algo a llenar este vacío literario inmenso que con respecto a temas de vida y aplicación cristianas se deja sentir en el mundo evangélico de habla hispana.”
Después de la página con el título y la fecha de la publicación y la casa publicadora; hay una segunda página que contiene solamente el nombre del autor, y dos pequeñas citas:
JUAN CARLOS RYLE
1816-1900
“Un hombre de granito con un corazón de niño.
“Grande en estatura, grande en intelecto, grande en espiritualidad, grande como predicador y expositor, grande en la tarea de llevar almas a Dios.”
A continuación veremos algo de la verdad que hay en esas citas. John Charles Ryle nació el 10 de mayo de 1816, en Macclesfield, Cheshire County, Inglaterra, a John y Susanna Ryle. Su abuelo era un cristiano practicante que ayudó el movimiento metodista en el norte de Inglaterra. Era también un hombre de negocios próspero, de manera que el padre de J C Ryle era un bien situado banquero, aunque parece que era un cristiano de nombre solamente. Los planes para su hijo eran introducirle en la carrera diplomática. Ryle realizó sus estudios en las universidades de Eton y Oxford, donde, además de recibir una buena educación, se destacó como deportista jugando al cricket. Su conversión tuvo lugar en 1837 mientras estaba en la iglesia oyendo la lectura del capítulo 2 de Efesios.
Pero como dos años antes de su conversión, sucedió un pequeño incidente que produjo ímpetu al proceso inexorable de su conversión. Ryle estaba cazando con un amigo de Eton, Algernon Coote, y con algunos otros. Al pasar el día en algún momento Ryle juró delante del padre de Coote, un cristiano ferviente, y le reprendió tajantemente. Ryle nunca juró después. Este suceso le llevó a tener una amistad por toda su vida con Algernon Coote, de quien Ryle escribió: ‘fue la primera persona que me dijo que pensara, me arrepintiera y orara.’ Aunque Ryle no se convirtió en seguida, estaba muy conciente que su norma para la vida estaba en gran contraste con la de los cristianos que conocía. Así, a llegar el verano de 1837 y la conversión de Ryle, los fundamentos habían sido puestos. Un poco antes de tomar sus exámenes finales, se enfermó con inflamación del pecho. Pero, pudo hacerlos y él atribuye esa poder a la lectura de la Biblia y la oración. Su enfermedad le dio más tiempo para pensar, y mientras más pensaba, más veía que Jesucristo no era el centro de su vida.
Entonces, un domingo por la tarde sucedió que asistió una de las iglesias de la parroquia. No se acordó de nada en particular, ni aun del sermón. Pero respondió a la manera por la cual fue leída la segunda lección, por alquien cuyo nombre nunca supo. El pasaje fue tomado del segundo capítulo de Efesios y al llegar a versículo 8, el lector puso gran enfasis en él, con una pausa breve entre cada cláusula. Así Ryle escuchó: ‘Porque por gracia sois salvos – por medio de la fe – y esto no de vosotros – pues es don de Dios.’
La misma verdad que transformó a Lutero en su descubrimiento de la justificación por la fe ahora tenía el mismo efecto sobre Ryle. Por la gracia de Dios llegó a ser cristiano. De allí en adelante se notaba que fuertemente sostenía los principios de la reforma. [John Charles Ryle: Evangelical Bishop por Peter Toon & Michael Smout (Reiner Publications, Swengel, PA USA; 1976; page 26, traducido de una versión en inglés citada por otros.)]
Ryle se graduó con honores en 1838, pensando en la posibilidad de un futuro en el parlamento inglés pero el Señor su Creador y Salvador tenía otro plan.
Ahora vamos a oir un poco de la introducción al libro PERLAS CRISTIANAS (publicado ahora en 2 tomos con los títulos Nueva vida y El secreto de la vida).
“Lo menos que podía imaginarme a la edad de veinticinco años era que un día llegaría a ser ministro del Evangelio”. Así escribía J. C. Ryle al recordar los años de su juventud, y añadía: “Mi padre, además de ser un banquero opulento, poseía un vasto patrimonio en tierras; y yo, por ser el hijo mayor, esperaba heredar algún día una inmensa fortuna. Pero agradó a Dios cambiar el curso de mi vida. Este cambio vino como resultado de una quiebra y ruina total en los negocios y patrimonios familiares” Fue entonces cuando J. C. Ryle se percató de que, por encima de sus planes y aspiraciones, los designios providenciales de Dios encauzaban su vida por los senderos de un fecundo ministerio evangélico. Dios le había desposeído de las riquezas de este mundo para confiarle las riquezas sobreabundantes del Evangelio.”
En 1841 fue ordenado al ministerio de la Iglesia Anglicana por el obispo Sumner de Winchester, un evangélico convencido. Pasó dos años en la iglesia anglicana de New Forest, en Exbury. Después, fue enviado a Winchester por un año y luego a Helmingham en 1845 para ministrar en un sitio en el cual casi toda la gente vivieron en los terrenos de un solo hombre. Pero allí recibió un estipendio (remuneración) suficiente para poder casarse, y trabajó fielmente por 16 años. Se casó en 1845 y vio a su esposa morir en 1847. Ella dejó una niña. Luego se casó de nuevo en el año 1850 y después de ver 1 hija y 3 hijos nacer, Ryle vio la deterioración de la salud de ella por una enfermedad llamada “Brights”. Perdió esa esposa en el año 1860. En ese sitio Ryle comenzó su ministerio de escribir. Escribió tratados que se vendieron por un centavo cada uno. ¿Eres convertido? ¿Eres perdonado? ¿Eres santo? ¿Eres libre? ¿Eres un un sacerdote? etc. fueron algunos de los títulos. El contenido fue muy bíblico y el estilo fue claro y fácil de seguir. Cantidades fueron enviados a Australia y repartidos. Traducidos a español ayudaron a la iglesia reformada en México. Uno de sus tratados llamado “Verdadera libertad” alcanzó a un sacerdote en México llamado Manuel Agnas. Ese tratado servió para guiarle a la conversión a Jesucristo, en los tiempos de debate sobre la infalibilidad del papa.
Mientras Ryle iba exponiendo los evangelios en sus predicaciones, iba trabajando con diligencia para producir sus libros Expository Thoughts on the Gospels. Terminó al fin en 1873. En su valioso libro, Commenting and Commentaries, Spurgeon escribió el nombre de Ryle en mayúscula en letra negrita, y sus notas en letra cursiva, indicando así, como él explica, que esa obra está entre las que más recomienda.
RYLE (J. C., BA) Meditaciones expositivas sobre los cuatro evangelios. Para uso privado y en la familia.
Estimamos estos tomos. Son difusos y extensos, pero no más allá que lo necesario para lectura en la familia. El Sr. Ryle evidentemente ha estudiado todos los autores previos que escribieron sobre los evangelios, y ha dado una enseñanza individual de valor considerable.
Aunque Ryle los escribió para uso privado y en la familia, muchos ministros han sacado mucho provecho de estos libros. Juan es un comentario completo, y Lucas tiene muchas notas valiosas. Ryle consultó más que 40 autores en su preparación y la lista de ellos se encuentra en sus introducciones. Los evangelios explicados fueron traducidos a español. En la edición que Editorial CLIE reprodujo en 1977, edición tan antigua que contiene el texto de la Biblia en español anterior a la versión de 1909 (p.e., dice Isabel en vez de Elisabeth como en la versión de 19099 o Elisabet como en la de 1960), vemos esta nota (lo pongo como aparece, español antiguo y/o errores):
El volumen que ahora publicamos forma parte de una serie de cuatro, que sobre los cuatro Evangelios ha escrito un presbítero eminente de la iglesia Anglicana. Extensa ha sido su circulacion en ingles, lengua en que originalmente fueron escritos; y han sido altamente estimados, no solo por la exposicion clara y correcta del sagrado texto, sino todavía más por el fervor y entusiasmo con que proclaman é inculcan los dogmas evangélicos, y por la inteligencia profunda de las grandes verdades que en él se encierran, y sobre todo de aquellas que tienen por centro y fundamento á nuestro Señor y Salvador Jesu-Cristo; verdades que son las unicas que pueden salvar nuestras almas y reformar nuestras vidas. Esperamos que en esta version castellana, aun que algo compendiados, serán recibidos con aplauso por millares de almas ansiosas de oir lo que realmente dijo el Salvador, y poder así obedecer sus preceptos e imitar su ejemplo.
Faltaríamos á un deber sagrado si al mismo tiempo no rindiéramos un tributo de justas alabanzas á la “Asociacion de Señores de Brooklyn para ayudar las misiones evangélicas en Mexico,” que con sus esfuerzos incansables y generosos han reunido los fondos necesarios para pagar su traduccion. Acepten, pues, el testimonio de nuestra gratitud; y sepan, para que puedan bendicirlas, á quienes deben el maná celeste de la verdad evangélica, las almas que al leer estos volúmenes reciban regeneradas nueva vida. Aunque Ryle escribía mucho, no desatendió a su esposa ni a su parroquia. En cuanto a ella, muchas veces fue con ella a Londres buscando ayuda médica. En cuanto a la parroquia, las cosas publicadas en gran parte fueron escritos para el beneficio de su iglesia. En 1858 había una asistencia de 160 en su iglesia. Sólo 300 personas vivían en ese lugar. Este hecho que indica que Ryle tenía contacto con todos. No vivió aislado de sus feligreses.
Aunque estaba en una iglesia pequeña, fue conocido por sus escritos y predicaciones en conferencias. Como dice un autor, “En medio de los sonidos religiosos inciertos de la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX, la voz evangélica de J. C. Ryle, fue clara y penetrante. Repercutió con una fuerza espiritual similar a la de su contemporáneo C. H. Spurgeon; y al igual que con el gran predicador bautista, la fuerza de la predicación de J. C. Ryle residía en la pureza doctinal de su mensaje. Y es que, como sucede con todo hombre de Dios, el corazón de J. C. Ryle estaba poseído por la verdad de la revelación bíblica.”
En el año 1861 fue trasladado a Stradbroke, que tenía una población de 1,300 y una buena remuneración, de tal manera que no tuvo que buscar ingresos de otras fuentes. Habia mucha gente pobre en ese sitio y mucho trabajo pastoral. El edificio se llenó y 250 niños recibían instrucción en la escuela dominical. Había reuniones en casas y en los meses del verano Ryle predicó 2 veces cada semana al aire libre.
Después de 40 años de ministerio, a la edad de 64 años fue nombrado primer obispo de la industrial y populosa ciudad de Liverpool (1880), gracias a las recomendaciones del primer ministro británico Benjamín Disraeli. Algunos opinan que Disraeli hizo esto no porque admiraba o estaba de acuerdo con Ryle, sino para fastidiar la oposición política del partido Liberal en Liverpool. No importa los sucesos que contribuyeron a este nombramiento. Ryle trabajó arduamente e hizo mucho bien hasta que no pudo más y renunció su posición a 83 años de edad, uno pocos meses antes de su muerte el 10 de junio de 1900 a la edad de 84. Ryle se había casado una tercera vez en el año 1861 pero se quedó viudo nuevamente en el año 1889. No volvió a casarse.
Ahora bien, cito de nuevo de la introducción de PERLAS CRISTIANAS:
Refiriéndose a él, uno de sus contemporáneos dijo: “Era un hombre de granito con un corazón de niño”. ¡Cuán acertada era esta descripción! Efectivamente, J. C. Ryle fue un hombre de granito. Su fe evangélica era como estos picos alpinos capaces de resistir los embates del más severo vendaval. Y ciertamente, muchos y severos fueron los vendavales que se arremolinaron con ímpetu sobre este fiel siervo de Dios, El movimiento católicoanglicano iniciado en Oxford, y del que Pusey y Newman eran las figuras más destacadas, se estrelló ante la firmeza doctrinal de J. C. Ryle; de modo que resultaron vanos los intentos de “romanizar” la Iglesia Anglicana en aquel entonces. J. C. Ryle defendió con tesón la fe evangélica y la herencia espiritual legado por los reformadores. “Nunca nos rendiremos” – era el lema de este campeón de la causa del Evangelio. Y hasta el fin de su vida mantuvo en alto el estandarte de la verdad revelada.
Ryle sabía bien que el creyente tiene lucha “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad”, y por esto tomó sobre sí “toda la armadura de Dios”. En su tiempo las teorías alemanas sobre la inspiración de la Biblia encontraron una entusiasta acogida en Inglaterra, y tan hondo llegaron a calar éstas que todo aquel que todavía se adhería a la doctrina de la inspiración verbal y plenaria de la Biblia era considerado como un fósil teológico del pasado. J. C. Ryle permaneció firme en su posición evangélica. La crítica de la mal llamada ciencia y las teorías de la teología liberal no lograron hacer tambalear su fe en la Biblia como Palabra de Dios. “He aquí la roca; todo lo demás es arena”. Tanto en su teología como en su testimonio al mundo, J. C. Ryle fue un hombre de granito.
Así que vemos que Ryle enfrentó a aquellos que querían volver a la iglesia católica romana y a los liberales que no creían en la inspiración plenaria y la autoridad e infalibilidad de las Escrituras. En la introducción a las “Meditaciones sobre los evangelios: Juan, cap. 1-6” hay un buen ejemplo de su fe de la inspiración plenaria de las Escrituras. (Véase las páginas 13-16 de la edición de Editorial Peregrino, España, 2004.) En la introducción del libro Charges and Addresses (Banner of Truth, Edinburgh, 1978) los editores señalan que en 1887 Ryle despidió a su propio hijo Herbert Edward Ryle de una posición en la iglesia (Capellán Examinador) porque su hijo había aceptado las teorías de la “alta crítica” de las Escrituras. Continuamos ahora con los comentarios en PERLAS CRISTIANAS. Se dice que Ryle fue un hombre de granito:
Pero también fue un hombre “con un corazón de niño”, un verdadero israelita en cuyo corazón no había engaño; un verdadero hijo del Reino. Una marcada nota de nobleza y afecto caracterizaba sus acciones, incluso hacia aquellos que trataban de desacreditar su ministerio con falsas y maliciosas acusaciones. No había lugar para el odio o el rencor en el corazón de Ryle; y es que rebosaba de aquella caridad paulina que “no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo soporta”.
En el curso de su largo ministerio y unido a su amor sincero por la pureza del Evangelio, Ryle evidenció una profunda pasión por las almas perdidas. Su predicación fue esencialmente evangelística; el deseo de alcanzar a los no salvos constituia la meta primordial de sus sermones y también de sus escritos. Desde que Gutemberg inventara la imprenta, quizá ningún siervo de Dios se había percatado como Ryle de la importancia decisiva de la página impresa en la tarea de llevar el Evangelio a los inconversos. Sus tratados y folletos le dieron fama mundial. Escribió más de trescientos tratados, además de otros muchos escritos, y el número total de sus publicaciones en letra de molde superó los doce millones (12,000,000) de ejemplares.
En su afán para hacer llegar el mensaje salvador a las almas, Ryle sacrificó su vasta erudición oxoniana, y consiguió presentar sus mensajes en un lenguaje sencillo, claro y directo. Ya en los títulos mismos de sus tratados se aprecian estas características: “¿Cómo lees?” “¿Eres feliz?” “¿Eres libre?” “¿Es tu corazón recto delante de Dios?”, etc. Además, estaba dotado de la habilidad poco común de expresar profundas verdades en giros proverbiales fáciles de retener en la memoria (“Lo que tejemos en esta vida lo llevamos en la eternidad”. “No nos metamos con la persona, pero sí con su pecado”, etc.). Esto en cuanto a su estilo. En lo que se refiere al contenido de sus mensajes, además de la nota esencialmente bíblica a las que hemos ya aludido, descubrimos un maravilloso equilibrio doctrinal en la exposición de las Escrituras. Ryle era un creyente con una fe equilibrada, una mente equilibrada y un juicio equilibrado.
Ryle escribió un excelente mensaje sobre la sencillez en la predicación (Simplicity in preaching, THE UPPER ROOM, Banner of Truth, London, 1970, páginas 35 – 55). Aunque hizo el mensaje por predicadores de habla inglés (y así habla de palabras sajones y franceses, etc.), hay principios que sirven para cualquier idioma.
Teológicamente se había formado a los pies de los reformadores y llegó a conocer, como pocos lo han conseguido, a los puritanos. Consideraba a éstos como los expositores más versados en la “mente de la Escritura”. Y hay, ciertamente, raudales de doctrina en sus escritos; pero ésta no aparece aisladamente y según los moldes áridos de una teología que está en las nubes, sino en su íntima relación con lo práctico, con un andar santo en la vida del creyente. En sus escritos se transparenta un constante equilibrio en lo doctrinal y lo práctico.
Por eso, J I Packer y otros miran a Ryle como si fuera un verdadero puritano, viviendo en otra época. No guardó como secreto su admiración por los puritanos.
Entre otros sucesos de su día, Ryle tomó nota de la enseñanza dada en las conferencias “Keswick” y la enseñanza que dieron sobre la santidad en términos de la necesidad de ser pasivo (“Let go and let God…”, “Stop trying and start trusting”, etc. o sea, “Deja de esforzarte y comienza a confiar en Dios.”) para conseguir una vida más profunda o más alta por medio de una segunda bendición o experiencia. Pero
Su concepto de la vida cristiana respira un activismo netamente bíblico. Para Ryle el verdadero cristianismo no puede armonizarse con una noción estática de la fe, sino que, por el contrario, la vida espiritual que se recibe con el nuevo nacimiento es como una fuerza impulsora que pone a todas las facultades de la persona salva en acción constante. Así como el movimiento es manifestación de un principio de vida, la actividad en los senderos de la santidad es evidencia de un genuina vida espiritual en Cristo. Todos sus escritos reflejan un constante preocupación por el tema de la santidad.
Esto no quiere decir que Ryle no creía que la santificación no es por gracia y por medio de la fe. Su mensaje sobre la santificación es un mensaje netamente bíblico y claro y equilibrado.
Finalmente hay un comentario en la introducción que vamos citando sobre su amor a todos los cristianos verdaderos, sin tomar en cuenta la denominación.
Su cristianismo no venía delimitado por los horizontes confesionales de su propia denominación evangélica. Cierto es que fue miembro de la Iglesia Anglicana y llegó a ser obispo de Liverpool, pero su visión de la Iglesia de Cristo y su amor por los diferentes “miembros de la familia de Dios” elevaban su alma noble por encima de las peculiaridades propias de toda denominación. “Puesto que no hay salvación excepto en Cristo” – escribía –, “amemos a todos aquellos que aman al Señor Jesús con sinceridad, y le ensalzan como Salvador de sus almas. No nos encerremos en nuestra cáscara y miremos de reojo a aquellos que no ven todas las cosas como nosotros las vemos. No miremos si el creyente es independiente, metodista, bautista, etc.; si en verdad ama a Cristo y pone a Cristo en el lugar que le corresponde, entonces amémosle con todo nuestro corazón. Viajamos con rapidez hacia un lugar donde no habrá denominaciones, nombres, ni formas de gobierno, y en donde Cristo será el todo. Preparémonos, pues, para tal lugar amando a todos aquellos que están en el camino que conduce al mismo. Mientras veamos que se mantienen las doctrinas de la Biblia y se exalta a Cristo, mostremos hacia los que así hacen aquella verdadera caridad que todo lo cree, y todo lo espera.”
Físicamente Ryle era hombre grande para esos tiempos, seis pies con tres pulgadas (6’ 3”), con una voz potente, pero aunque su presencia fue imponente, su conducta armonizaba con sus metas de glorificar a Cristo. Ryle era un líder amado que hizo mucho bien como predicador y pastor en los días de su vida, pero son sus libros y folletos que tenemos como patrimonio. Son diversos – exposición biblica, estudios devocionales, estudios históricos, estudios doctrinales y estudios sobre la fe y práctica de la iglesia anglicana. “Amante de la Reforma del siglo XVI y sus altos principios cristianos, escribió sobre los mártires de la misma en Inglaterra, así como sobre los grandes líderes evangélicos del Avivamiento religioso del siglo XVIII, como Whitefield.” “Sus obras devocionales han sido de incalculable bendición a muchos de sus lectores, por su llamado activismo bíblico, en el sentido de que el verdadero cristiano no puede contentarse con una visión estática de la fe, sino que la vida espiritual, recibida por el nuevo nacimiento, debe ser una fuerza que impulse todas las facultades de la persona renacida. J.I. Packer dice que todo buen creyente encontrará en Ryle una fiesta, una mina de oro, un acicate, comida, bebida, medicina, todo en uno.” “Martyn Lloyd-Jones describío los escritos de Ryle como ‘una distilación de la teología verdaderamente puritana presentada en una forma moderna y fácil de leer’.” Vemos en Ryle un hombre que quiso promover el conocimiento, honor y gloria de Jesucristo. Dijo, “Mi deseo principal en todo lo que escribo es exaltar al Señor Jesucristo y hacerle parecer hermoso y glorioso delante de los ojos de los hombres; y promover el aumento y crecimiento del arrepintimiento, fe y santidad en la tierra.” Su primer tomo de “Meditaciones sobre los evangelios” fue presentado “con una ferviente oración para que sirva para el fomento de la religión pura y sin mácula…” Ryle era un hombre recto e íntegro en referencia a sus votos como pastor, y en su identidad con la fe de la reforma. Como él mismo testificó que nadie iba a encontrar cosas nuevas en sus meditaciones sobre los evangelios, no vamos a ver “…nada …que no esté en perfecta armonía con los Treinta y Nueve Artículos de mi iglesia y que no concuerde con todas las confesiones de fe protestantes.” (Pág 13 de la introducción de Meditaciones sobre los Evangelios: Mateo; Editorial Peregrino, España, 2001) Por supuesto, es aquí que, como bautistas reformados, tenemos que advertir a los lectores de sus libros que no debemos seguirle en su apoyo del bautismo de los niños, o en sus ideas sobre el gobierno de la iglesia y la relación de ella con el estado. Tampoco aceptamos el principio normativo de la adoración. Pero, aunque esas cosas aparecen, no reciben atención desmedida, y por eso Ryle ha sido y es amado y aceptado por los que aman la fe reformada y evangélica como predicada por Whitefield. Si los bautistas no hubieran amado a Ryle la venta de sus libros sería mucho menos. Pero, amamos su doctrina, su estilo claro, su manera de enseñar. Mucho han recibido ayuda y han podido ayudar a otros.