21.3.12

Juan Pérez de Pineda - Precursor de NT en español


Juan Pérez de Pineda
No hay constancia de la fecha de nacimiento de Juan Pérez de Pineda, aunque todo indica que debió nacer hacia finales del siglo XV en la ciudad cordobesa de Montilla (España). Algunos autores afirman que él fue el Juan Pérez que aparece como encargado de negocios del emperador Carlos V y testigo directo de los acontecimientos del saco de Roma por las tropas imperiales, pero otros autores lo niegan dada la abundancia de un nombre y un apellido tan común entre los españoles.
En cualquier caso la primera noticia cierta que tenemos de nuestro personaje es su estadía en Sevilla, como rector del Colegio de la Doctrina. Por aquel tiempo Sevilla se había convertido en un foco principal de protestantismo en España, pues algunos de los principales teólogos de la ciudad simpatizaban o se identificaban con el luteranismo, como Juan Gil (Dr. Egidio) y Constantino Ponce de la Fuente. También en dicha ciudad había un monasterio de frailes jerónimos que rezumaba por doquier la misma doctrina; entre otros allí están Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, primer traductor de la Biblia completa al castellano a partir del hebreo y del griego, el primero y revisor de la misma, el segundo. Según Valera, Sevilla era "la primera ziudad de nuestra España, que en nuestros tiempos conoziese los abusos, superstiziones i idolatrías de la Iglesia Romana."
Cuando la persecución se desata en Sevilla y el Dr. Egidio es encarcelado (1551), Juan Pérez escapa, junto con los frailes jerónimos antes mencionados, y se refugia en Ginebra. Esta persecución culminará con el primer Auto de Fe celebrado en dicha capital en la que veintiuna personas murieron quemadas, entre los que se hallan varios frailes jerónimos, incluido su prior, y algunas mujeres que se reunían para celebrar cultos en la casa de una de ellas. 
En el segundo Auto de Fe que se celebra en Sevilla (1560), Juan Pérez es quemado en efigie, junto con el Dr. Egidio (cuyo cadáver había sido desenterrado) y con Constantino Ponce. En ese mismo Auto de Fe son quemadas catorce personas, entre las cuales está Julianillo Hernández, el indómito contrabandista de literatura protestante en Sevilla.
En Ginebra, Juan se convertirá durante tres años en el predicador de la congregación de habla española que vive en esa ciudad. Allí también compondrá su obra literaria, entre la que destaca la traducción de los Salmos y del Nuevo Testamento al castellano. 
La traducción de los Salmos (1557) se la dedicó a la hermana de Carlos V, María de Hungría, regente de los Países Bajos. Menéndez y Pelayo dice de este trabajo: "No la hay mejor de los Salmos en prosa castellana". 
En cuanto al Nuevo Testamento, Pérez de Pineda trabajará sobre las traducciones que hicieran Francisco de Enzinas y Juan de Valdés.  
Además de estas traducciones Pérez de Pineda escribió una Epístola Consolatoria (1560), destinada a fortalecer los ánimos de los protestantes españoles que sufrían los rigores de la Inquisición, y una carta (1557) dirigida a Felipe II en la que exhortaba al monarca a poner remedio a los males de la nación.
Casi al final de su vida encontramos a Pérez de Pineda siendo el capellán de la duquesa Renata de Ferrara, quien había hecho de sus dominios territorio de acogida para los protestantes perseguidos. Al morir dejó todo sus bienes para sufragar la impresión de la Biblia al castellano, legado que usará Casiodoro de Reina para editar su traducción.

29.2.12

AGUSTÍN DE HIPONA


Fechas: (354-430)
  
Datos Biográphicos:
Considerado el más importante de los teólogos cristianos desde el Apóstol Pablo, Agustín nació el 13 de noviembre del año 354 en la ciudad de Tagaste, actual territorio de Argelia, en el Norte de África. Sus padres, Patricio y Mónica, pertenecían a la clase media, aunque se distanciaban por sus creencias: Patricio era pagano, mientras que Mónica aceptó la fe cristiana y se destacó por su piedad. 
Determinado a que su hijo fuera abogado, Patricio le envió a estudiar a Tagaste, Madaura, y posteriormente a Cartago. Agustín cursó sus estudios con brillantez, pero, al mismo tiempo, arrastrado por la pasión juvenil y las tentaciones de la época, se entregó a una vida disoluta. 
A la muerte de su padre, consciente de los muchos sacrificios por él realizados para que pudiera gozar de instrucción, decidió enmendar un poco su vida y comenzó a interesarse por las ideas religiosas. Sin embargo, con una mente entregada por completo a la filosofía griega y preocupado por el problema del origen del mal, entró en la secta de los maniqueos de la que formó parte nueve años, una religión de origen persa que proclamaba la existencia de dos dioses u origenes últimos de todas las cosas en conflicto constante: la luz y las tinieblas. Años después, (387-400) escribiría numerosas obras contra los maniqueos. 
Convertido en un erudito formidable y en un magnífico orador, consiguió afincarse en Roma y abrir una escuela, trasladándose posteriormente a Milán, en calidad de profesor de retórica en la sede del famoso obispo Ambrosio. 
Los sermones de Ambrosio le acercaron al verdadero cristianismo y comenzó a leer las epístolas de Pablo. Un día, estando en el jardín, escuchó una voz del Cielo que le decía: «Toma y lee» ; se levantó a toda prisa y entrando en la casa donde tenía las cartas de Pablo, las abrió al azar y leyó en Romanos: 
«No en glotonerías y borracheras, no en lechos y disoluciones, no en pendencias y envidia: mas vestíos del Señor Jesucristo y no hagáis caso de la carne en sus deseos» (Ro. 13: 13 y 14). Agustín se retiró entonces a una finca, a fin de meditar, y meses después, el sábado de Pascua del año 387, recibía el bautismo de manos de Ambrosio. 
En el 388, tras la muerte de su madre, regresó a Tagaste y fundó un monasterio, en el cual permaneció hasta ser ordenado presbítero en el año 391, siendo consagrado cuatro años después, a la muerte del Obispo titular, como obispo de la ciudad de Hipona, cargo que ocupó hasta su muerte. 
Fue allí donde realizó la práctica totalidad de su inmensa obra literaria, en la que destacan obras tan conocidas como sus Confesiones, La ciudad de Dios, La verdadera religión, La utilidad de creer, Tratado sobre la Trinidad, conocido también como Enquiridion. 
Agustin enfrentó con la mayor dureza el cisma de los Donatistas, originado en el año 312 y que dominada buena parte de la Iglesia en el Norte de Africa, enfrentándola al nuevo concepto católico de una sóla iglesia centrada en Roma. 
El pensamiento de Agustín dominó por completo a lo largo de toda la Edad Media y al llegar la Reforma en el siglo XVI, tanto reformadores como contrareformadores hicieron su propia interpretación de Agustín hasta el punto de llegar a considerar la Rerforma –como alguién ha dicho– cómo la doctrina de Agustín sobre la gracia rebelándose contra la doctrina de Agustín sobre la Iglesia